miércoles, 23 de mayo de 2007

Aprender a usar la lengua: Implicaciones para la enseñanza.

Isabel SoIé

Sólo a partir de los años sesenta se aprecia un movimiento que tiende a enfatizar el uso de lengua y a atribuirle una dimensión instrumental en sentido amplio.
Se entiende que hablar de lengua es hablar de comunicación, de instrumento que permite explorar los ámbitos de la cultura y de herramienta que organiza y ordena nuestro pensamiento, nuestra actividad y, en buena medida, la de los demás.
Los Diseños Curriculares del Área de Lengua enfatizan, en la promoción de las capacidades comunicativas de los alumnos, extensivas a lo que llamamos las cuatro grandes habilidades lingüísticas: hablar, escuchar, leer y escribir.
Hablar, escuchar, leer y escribir, son procedimientos polivalentes, es decir, sirven para muchas cosas. Su uso tiene una finalidad la cual modula nuestra actividad.
Hablar, escuchar, leer y escribir, son procesos intencionales y autodirigidos. Simultáneamente, se trata de procesos sometidos a autocontrol o autorregulación, es decir, implican la supervisión de la actividad de que se trate con el fin de asegurar que se ajusta a los objetivos previstos, lo que permite ir modificando nuestra actuación cuando sea necesario.
Leer, escribir, hablar y escuchar son habilidades complejas, complejidad que aumenta notablemente cuando son tratadas como compendios de técnicas simples, exentas de los componentes de autodirección y autocontrol que les son inherentes, pues, en ese caso, su funcionalidad queda reducida a objetivos y control externo.
En relación al éxito académico, encontrarle sentido a las habilidades lingüísticas, está estrechamente vinculado a la competencia en el dominio de estas habilidades.
Las habilidades lingüísticas son, un instrumento precioso de indagación de la cultura y de inserción social e influyen, en nuestras capacidades cognitivas y de equilibrio personal.
Aprender a usar las habilidades lingüísticas supone aprender a dirigir y regular el propio proceso en qué se actualizan.
Cuando un alumno se sumerge en la, pone en marcha un pensamiento estratégico que le permite organizar su actividad, evaluarla y, eventualmente, modificarla, para conseguir ciertos propósitos.
Las habilidades lingüísticas son, un proceso complejo, pero tiene sus ventajas.
Para que los alumnos le encuentren objetivos a las habilidades lingüísticas, es necesario que las escuelas les ofrezcan las instancias a los alumnos en este sentido.
Fundamentalmente, ayudar a los alumnos en su apropiación de las diversas habilidades lingüísticas requiere adoptar formas de intervención en el aula coherentes con ese propósito, para esto:
En primer lugar, conviene tener en cuenta que, con frecuencia, las habilidades lingüísticas son más bien objeto de comprobación o de evaluación que de enseñanza propiamente dicha.
En segundo lugar, lo que caracteriza a una persona competente en el uso de las habilidades lingüísticas recae en la posibilidad que esta persona tiene de adaptar dichas habilidades a diversos propósitos y circunstancias (experiencias educativas).
En definitiva, innovar en el Área de Lengua suele suponer cambios bastante profundos, tanto en la representación que de ella nos hacemos, cuanto en la planificación, organización y puesta en práctica de las propuestas didácticas a través de las cuales pretendemos contribuir al aprendizaje de los alumnos.
Las habilidades lingüísticas son poderosísimos instrumentos para la comunicación, el aprendizaje y el disfrute personal.

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